Sale Carmen Aristegui de MVS ¿por qué?

Francisco Garfias

Carmen Aristegui es una mujer admirable en todos sentidos. Inteligente, tesonera, crítica, ha sido ejemplo de lo que es el periodismo comprometido. Su salida de MVS abre un hueco enorme. Es una voz independiente que vamos a extrañar en la radio durante un tiempo que, espero, sea corto.
En el Twitter me enteré de su salida. Fue el domingo por la noche. La avalancha de comentarios convergían en un reiterado señalamiento: callar a Aristegui es un retroceso en la libertad de expresión.
El despido de la periodista tenía que ver con el noroñazo del pasado jueves en San Lázaro y la manta que desplegaron en tribuna los legisladores del PT con críticas al comportamiento personal del presidente Calderón. La tentación de voltear hacia el gobierno y culpar al inquilino de Los Pinos era, pues, natural.
Lo primero que hice, la mañana del lunes, fue buscar a directivos de la empresa para conocer, de viva voz, su versión de lo sucedido. Logré hablar con uno de ellos. Me pidió que no revelara su identidad para no personalizar el asunto. Una vez asegurado de que no aparecería su nombre, adelantó los argumentos que después aparecerían en la página de MVS:
“Aristégui violó el código de ética que firmó con nosotros. Este código prohíbe convertir un rumor en información. Se le pidió que se disculpara y se negó. Es un asunto de la empresa. Nada tiene que ver con el gobierno”, aseguró el directivo.
Busqué el video de Carmen. Lo revisé una y otra vez. Su pecado fue pedir a Los Pinos aclarar los señalamientos contra Calderón, plasmados en la famosa manta que, hay que decirlo, no tienen más sustento que los repetidos rumores que se escuchan en la calle.
¿No es exagerado romper la relación laboral por eso? Pregunté el Ejecutivo. Respondió: “Es como si a ti te dijeran: dicen que Pancho es un ladrón y que tienes que salir a desmentirlo, a aclarar que no robaste. Estás poniendo la carga del rumor en el señalado. Pero además, te reitero, se le pidió que se disculpara y no quiso…”
Más tarde recibí una llamada. Era uno de los voceros del gobierno federal. Tenía la instrucción de desmentir la recurrente versión de que en Los Pinos intervinieron para presionar el despido de la periodista. Se insistía en la existencia de una carta con la exigencia de que se disculpara. “Es un asunto interno de la empresa; es falso que se haya enviado una carta”, aseveró el portavoz.
Allí están los datos. El juicio se lo dejo a usted, lector.

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