Las falacias del INAH

Importante acuerdo elaboró la XII Legislatura del estado de Quintana Roo en la sesión celebrada el Primer Periodo Ordinario de Sesiones del Primer Año de ejercicio constitucional, donde en el punto 7 se dio lectura a la exhortación al CINAH Quintana Roo a proporcionar mayores recursos económicos para combatir y erradicar el tráfico de piezas arqueológicas y saqueo de ruinas, de la misma manera pide que se preserven y difundan las zonas arqueológicas establecidas en nuestro estado. Pero....

El monopolio del saber garantiza el poder
Para entender y comprender el presente es necesario hacer un recuento de los hechos pasados, obviamente por falta de espacio y de tiempo, será necesario abreviar considerablemente lo que cualquiera de quienes aman y valoran estas tierras estarían interesados por ahondar con mayores detalles.
Analicemos, la actual directora del Centro Instituto Nacional de Antropología e Historia Quintana Roo (CINAH QRoo) forma parte de un grupo de estudiantes que fueron reclutadas en su época juvenil por Enrique Nalda investigador y estudioso de la cultura maya, que con su derroche de sapiencia ha iluminado los más recónditos lugares de los estudiosos de ésta cultura.
No cabe duda que la inteligencia de este moderno sabio le ha permitido permanecer por mucho tiempo más del que hubieran deseado los antiguos gobernantes mayas, muchos de ellos sucumbieron a las crisis sociales, económicas y religiosas, también la naturaleza les causó estragos a sus administraciones y su poder quedó endeble.
Sin embargo, por cada meteoro climatológico, económico, político, social o religioso que ocurre en esta península, con todas las consecuencias que pueda traer simplemente ha fortalecido su estancia para dar continuidad a su trabajo de investigación.
Queda a todas luces su interés científico y por tanto, su sacrificio en aras del saber no merece más que el silencio de sus posibles críticos y detractores.
La propuesta que ha planteado la diputada Luz María Beristain Navarrete, me ha impactado pero dudo mucho que haya respuesta alguna de parte de la encargada de las oficinas del CINAH Q. Roo, a menos que su padrino Enrique Nalda decida bajar de la parte más alta de los templos de Dzibanché, porque de parte de las oficinas centrales no podrá obtener más que alguna respuesta tergiversada acerca de la no privatización del patrimonio de la nación.

Los tiempos han cambiado…
Cualquiera de quienes habitamos aquí por muy exótica que sea nuestra fisonomía, al llegar a la ciudad de México no faltará quien nos vea y logre identificarnos diciendo “es yucateco” sin importar si provenimos del estado de Yucatán, Campeche o Quintana Roo. Nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestros usos y costumbres serán reflejo de nuestra procedencia y origen.
Y es que eso somos, nativos de la península de Yucatán, herederos de una de las culturas más importantes del continente americano y quizá no sepamos hablar el idioma maya, pero la entonación de nuestras palabras dejarán constancia que somos yucatecos, aunque los habitantes de estos lugares estemos más interesados en buscar diferencias y no coincidencias.
La península de Yucatán desde la división que ocurrió en la época de Juárez calmó y distrajo a la gente de los verdaderos hechos que eran la inconformidad de los mayas, por la sobreexplotación que realizaban los españoles en las fincas henequeneras.
Esa división sobrevivió a la época de castas, cuando los mayas rebeldes eran enviados a Cuba como esclavos para suplir a los nativos de esa isla que ya habían sido exterminados por los españoles que la habían colonizado.

Evitemos el saqueo de nuestro patrimonio
Desde fines de los años 50 y principios de los 60 con la creación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se inició un virtual saqueo de las piezas arqueológicas de la nación maya, apegados en un federalismo que no existía y de un centralismo que hasta ahora persiste.
Millones de piezas de cerámica, jade, jadeíta, piedras labradas e infinidad de objetos de piedra y pedernal están en manos de extranjeros, otros tantos en manos de investigadores mexicanos pero pocas en poder de los herederos de la cultura maya.
Urge pues, la creación de Museos de Sitio, donde se devuelvan esas piezas representativas de la cultura de quienes habitaron estas tierras, el INAH inmediatamente alegará que no existen las condiciones que garanticen la protección y preservación de las piezas arqueológicas pero si tomamos en cuenta los ingresos que la exhibición de éstos museos generarían y si éstos se quedaran bajo el resguardo y administración de los gobiernos las entidades del sureste, serían suficientes para colocar todo tipo de equipo y protección similares a los que existen en el Distrito Federal para la conservación, preservación y seguridad de los mismos.
Los excedentes servirían para crear y fortalecer las universidades de esta región para la creación de especialidades como arqueólogos, curadores, restauradores y otras especialidades así como becas que permitan asistir a dichos centros universitarios para los descendientes directos de los antiguos pobladores mayas.

¿Hasta cuándo?
Si don Román Piña Chan no hubiera estudiado en la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) difícilmente hubiera destacado en sus estudios e investigaciones de la cultura de sus ancestros, esto lo digo no por la cascada de conocimientos que recibió en la máxima casa de estudios, sino porque no hubiera sido posible tener las conexiones políticas que le hubieran permitido escalar hasta donde llegó.
Cuántas generaciones de arqueólogos y antropólogos han pasado por la Universidad Autónoma de Yucatán y pocos o ninguno ha ocupado un cargo de relevancia en alguno de los CINAH de la península de Yucatán.
Hasta cuándo Adriana Velázquez Morlet y compañía seguirá medrando en la dirección del CINAH de Quintana Roo a pesar de las diferentes ocasiones en las que se ha demostrado que es la menos interesada en proteger el patrimonio cultural de esta región.
Basta hacer un recuento en el pasado cuando permitió que estudiantes de Estados Unidos vinieran a excavar y llevarse como premio a sus exploraciones las piezas que hallaban en los sitios arqueológicos que exploraban.
Basta recordar cuando permitió el derrumbe del muro que rodea a Tulum, la única ciudad amurallada maya, cuando era co-administrada por Yesid Contreras, de origen colombiano y que tenía por costumbre golpear a los trabajadores del INAH cuando se portaban mal.
Basta con visitar las diferentes zonas arqueológicas donde laboran indígenas mayas desde hace más de diez años y hasta el día de hoy están considerados como trabajadores eventuales sin goce de las prestaciones mínimas que marca la Ley Federal del Trabajo.
Basta con intentar entrevistarla o acudir a sus oficinas para ser negada su presencia o diferida hasta una fecha indeterminada en el calendario.

Esta solicitud que ha planteado la diputada Luz María Beristain y de conformidad con sus homólogos legisladores, en la cuál han solicitado varios puntos que beneficiarían a nuestra entidad, será atendida o será depositada cuidadosamente en los archivos de la dependencia federal por no proceder por los cauces que establece la Ley.

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