Secuestro por venganza

En el capítulo tres, de la página 97 a la 108 del libro “Los Cómplices del Presidente”, Anabel Hernández, escribe sobre el plagio, aquí presentamos un extracto de la declaración que dio Juan Camilo Mouriño

Por: Reporte índigo

15-Noviembre-2008

“En el momento que me agarraron me dijeron: no te preocupes, no es contra ti, es una venganza personal, venimos a cobrar una deuda o un asunto pendiente, o sea, de las palabras exactas no me acuerdo.
Porque me asusté mucho pensando que no es secuestro, que ahorita van a hacer de alguna manera entrar a la casa y atacar a mi papá por algún motivo, porque me preguntaba mucho: ¿Dónde está tu papá? ¿Estás solo? ¿Ya llegó a la casa? ¿Hay alguien que pueda estar en la cocina? ¿Hay alguien que te pueda estar siguiendo? ¿Y dónde está tu mamá? “Entonces pienso que no es secuestro sino que quieren entrar a la casa y hacerle daño a mi papá. Me dijo no es contigo, son un par de horas solamente, no te preocupes, esto es una venganza, venimos a cobrar una deuda pendiente.” así recuerda Juan Camilo Mouriño su secuestro en 1996 cuando regresaba de cenar. Cuando menos ésta es la versión que le dio durante 90 minutos a un hombre que se identificó como policía a los pocos días de haber ocurrido el incidente.
Lo cierto es que a sus 25 años, aún hablaba con un marcado acento español, zeseaba. Así lo demuestran los tres audiocasetes relacionados con el secuestro del ahora Secretario de Gobernación que tengo en mi poder. Las cintas forman parte de las más de siete mil grabaciones que se encontraron en 1998 en una casa de espionaje montada en Campeche por orden del Gobernador del Estado, Jorge Salomón Azar García (1991-1997), la cual funcionó hasta 1997, el primer año de gobierno de José Antonio González Curi.
La casa de espionaje —descubierta por Layda Sansores— la dirigía Valente Quintana, quien tenía entre sus documentos un diploma del Cisen; llevaba la investigación en la sangre. Su padre participó en las investigaciones sobre el asesinato de Álvaro Obregón. Quintana González, quien trabajaba para la Secretaría de Gobierno de Campeche desde la administración de Azar García hasta el día en que se descubrió la casa.
La célula de espionaje estaba en un domicilio cercano al Palacio de Gobierno. Ahí se encontró una máquina suiza capaz de grabar tres mil llamadas de manera simultánea. Desde ahí espiaron a empresarios, directores de periódicos, e incluso a los propios empleados del Gobierno —como el Secretario de Finanzas, quien tenía una tormentosa vida personal—. Incluso se encontraron grabaciones del propio gobernador González Kuri. Layda Sansores fue espiada siete años consecutivos.
Junto con las grabaciones, Sansores encontró la nómina del Centro de Espionaje, la cual era pagada por el Gobierno del Estado. Incluso obtuvo los cheques foliados de la tesorería del Gobierno de Campeche. Sansores presentó denuncias penales ante la PGR, cuyo titular era Jorge Madrazo.
Entregó las grabaciones del Centro de Espionaje —incluyendo las grabaciones de Juan Camilo— y los cheques, pero antes de que el presidente Ernesto Zedillo terminara su Gobierno, el Procurador Madrazo cerró las investigaciones. En el sexenio de Fox fueron reabiertas.
Existen dos cintas sobre el secuestro de Juan Camilo: una contiene trozos de conversaciones que Manuel Carlos Mouriño Atanes sostuvo con los secuestradores. La otra es la grabación de la declaración que hizo Juan Camilo a un policía.
No queda claro, el lugar donde realizó esas declaraciones, el nombre de la persona ante la que testificaba, ni con qué objeto lo hizo. Estas grabaciones, a la luz de los años y por su contenido, tienen un nuevo significado.
Aunque no se dice cuándo ocurrió el secuestro, sucedió en 1996, ya que Juan Camilo comenta que en su casa sólo vivían él y sus padres. Su hermana Marian estaba estudiando en Tampa, Florida, y su hermano Carlos se había casado el año anterior.

Juan Camilo filtró a los medios una historia de su secuestro que, según su testimonio, no corresponde a la realidad. aprovechando la crisis de inseguridad por la que atraviesa el país, quiere levantar sus caídos bonos al hacer creer que fue una víctima más de un largo y tormentoso secuestro que azota a todas las clases sociales. En su caso, según reveló, el secuestro duró 28 horas y se originó no como un intento de arrebatar a su familia su patrimonio, sino porque su padre tenía una deuda con sus captores.
¿Qué tipo de deudas podría contraer el polémico Manuel Carlos Mouriño Atanes y con quién, para que se las cobraran de esa manera? Juan Camilo narró al “policía” con quien conversaba que un año antes de su secuestro su padre había tenido que salir de México por problemas fiscales. Fue entonces cuando recibió una primera amenaza que no tomó en serio.
“Hace unos meses mi papá tuvo un problema de tipo esteee… fiscal, no estuvo en el país y nosotros recibimos una llamada, donde nos quisieron advertir de algún daño”.
“Este señor que habló quería que mi hermano acudiera en su camioneta a un estacionamiento para recibir información sobre un grupo terrorista de Campeche. Ésa fue la única llamada, y no acudimos.

—¿Recuerda en qué época fue esto? —preguntó el policía.
“Fueee… ¿Hace un año”? —le insistió.

“No, menos, esto tendrá seis meses” respondió Juan Camilo.
—¿tiene un año ya? — le vuelve a preguntar.

“Mayo”, se escucha de lejos la voz de una tercera persona a quien Juan Camilo llama “licenciado”.
“Entonces tiene un año” concretó Juan Camilo.
“Sí, me dijo ‘si no me crees o si dudas de lo que te estoy diciendo pregúntale a tal capitán o a tal sargento o algo así de la zona militar por el grupo terrorista de Campeche y ellos te van a decir que es verídica la información’. No verídica que nosotros estuviéramos en peligro sino verídico que existe el grupo, ‘te van a confirmar la existencia de este grupo’. Claro que no acudimos, nunca más recibimos ningún llamado ni nada parecido”, señaló Juan Camilo. En el interrogatorio Juan Camilo narró su vida y obra. Boliche, un partido de beisbol, una fiesta, discoteca. No podía quedarse quieto. —¿A qué te dedicas? ¿Qué haces? ¿Cómo es tu vida? — preguntó el policía.
“Yo, esteee… estudié Economía, trabajo en una empresa familiar, tenemos un grupo gasolinero en el sureste del país en cuatro estados, tenemos estaciones de servicio y todos los días entre ocho y media y nueve de la mañana llego a la oficina. “ahí estoy hasta las tres de la tarde, a esa hora salgo a mi casa junto con mi papá, vamos a comer, después paso a buscar a mi novia, o regresamos a mi casa o hacemos una compra que o dar una vuelta o así… como hasta las cinco y media, y a las seis regreso a la oficina y ahí me estoy hasta las ocho o nueve. “Los lunes, tengo torneo de boliche, a las nueve y media de la noche empieza. Los otros días no tengo ninguna actividad fija. Cuando hay beisbol voy al beisbol, a las ocho de la noche empieza, y si no hay beisbol y no es lunes entonces voy al cine o si hay alguna fiesta, alguna cena, o ya de plano si no hay nada voy a rentar unas películas y me regreso a mi casa, ¿no? “pero lo que sí absolutamente todos los días es igual. “En fin de semana esteee… salgo de trabajar a las dos, dos y media, voy a comer a mi casa y en la tarde lo mismo, ya sea rentar películas, ir a la plaza un rato, ir a la playa, cosas de ese tipo, y el domingo igual… en la noche salir a la discoteca, normalmente, casi todos los sábados vamos”. Juan Camilo narró que un día antes de su secuestro dos hombres en una camioneta de la Policía Judicial lo habían seguido hasta un restaurante a donde fue a comer con su novia Marigely —actualmente su esposa. —¿El señor Arnoldo no te describió la camioneta? —le preguntó el policía. —Dijo una camioneta blanca oficial, una pick up blanca… —Ya. ¿Ustedes platicaron con sus vecinos si vieron algún coche o algún vehículo raro esos días? —lo inquirió el policía. —No, nosotros en lo personal no hemos querido involucrarnos en ningún tipo de investigación; no sé si la policía lo haya hecho, no estoy enterado de que se haya hecho así. La noche del lunes cuando ocurrió el secuestro, Juan Camilo fue a jugar boliche con su novia, como cada inicio de semana, y después cenó en el restaurante Potros.
“Sí, cené una torta al albañil, y me acuerdo porque pensé que era la última cena, ¿no?” narra Juan Camilo.
Después de la cena, Juan Camilo fue capturado en el jardín del interior de su casa.
“Entonces empiezo a oír ruidos… una vez me salió un gato y por poco me da un ataque cardiaco.
“Esta vez fue mucho ruido y en cuanto volteo ya veo a la primera persona saliendo vestida de negro, con pasamontañas negro y con un arma en la mano. Nada, estoy hablando de fracciones de segundos, volteo para atrás, volteo de reojo y tengo uno saliendo de las columnas por atrás y uno saliendo atrás del pino por un lado. En ese momento tengo tres personas apuntándome con armas.
“Yo aviento el teléfono celular y me pego a la pared y digo no traigo nada. Teniendo miedo de que de algún modo confundieran el teléfono celular con un arma… “Se me pega uno y me jalan hacia la vegetación, y me ponen de rodillas detrás del pino mirando hacia mi casa, ellos están detrás de mí, los tres.
“Ahí me empiezan a decir que no me preocupe, que no grite, que no me va a pasar nada, y me empiezan a vendar y me la ponen en la cabeza incluyendo boca y todo, y le ponen tape paper, en ese momento no veía qué tipo de tape, pero era tape del medicinal… ”Que no es personal, que no me va a pasar nada, que no es contra mí, que vienen a cobrar una cuenta pendiente, que no es conmigo, que no me preocupe. Me ponen eso y unas esposas policiacas atrás a las espaldas”.
“Eran esposas, sí, eran esposas… se me cerraban, me apretaban, de hecho yo en el transcurso le digo a uno que estoy bien, que no me haga nada, pero que por favor me afloje la esposa de la mano derecha… El evento debió de ser traumático. No sabía si viviría o si le harían daño a su padre, pero una de las cosas que más impresionó a Juan Camilo era el físico de sus captores.

—¿Pudiste ver su su complexión? —le preguntó el policía.

“La complexión atlética de los tres, sí, de los tres, me impresionó, me llamó mucho la atención, eran tres personas atléticas, que se veían bien físicamente, todos me llamaron la atención por lo atlético, vestidos de negro los tres de zapatos a cabeza; nada más lo único que quedaba fuera eran los ojos.
“Me impresionó la pistola del primero; yo no conozco de armas, nunca he portado una ni he sabido más que de película, y me impresionó el cañón redondo y largo de la primera pistola que me apuntó”. —Entonces te dice que va a venir un vehículo… —retomó el policía.
“Les pregunto si le van a hacer algo a mi papá, me dicen que no, que esté tranquilo, que los obedezca y todo va a estar bien. En eso se aproxima un vehículo y frena, me levantan y caminan con la tranquilidad del mundo hacia el vehículo tres personas… “Hasta ese momento yo no sabía si era asalto, o si era algo en contra de mi papá adentro de la casa. “En el momento en que paran el vehículo y me llevan hacia el vehículo, lo doy por hecho que es un secuestro… a mí me avientan hacia la camioneta… me acuestan en el asiento, yo por eso asumo que es una Suburban…
“El jefe, yo asumo que es el jefe, el jefe le dice que yo esté tranquilo, que no es necesario forzarme, la pierna desaparece y aparece una pistola en la cabeza… la voz del jefe viene de atrás … “Esos momentos son los más difíciles, la mente no está tan pendiente… lo que sí estaba muy incómodo y alterado, muy tranquilo en mi actuar pero muy alterado por dentro.
“Nunca, los sentí nerviosos. Hubo problemas después más adelante cuando se enteraron que había policía de por medio.
”El viaje fue corto, no duró más de doce minutos, no salimos de la ciudad. Llegamos a un lugar habitado. Hacemos un giro y en seguida de ese giro otro giro, hace una parada la camioneta y toca el claxon, se escucha cómo se abre un portón metálico, y la camioneta entra… “El carro entra al lugar; ahí se abrieron las puertas del vehículo… me dicen que baje; yo me acerco hacia la puerta a la derecha, bajo y estoy en terreno monte, ningún concreto, tierra, me hacen caminar y hay tropezones… me dirigen hacia una puerta… y ya estamos en el cuarto”.
“Cuarto con cierto eco, me llevan a la pared de uno de los cuartos, me dicen aquí baja, y me siento en un block, sigo amarrado… me dejan ahí, me dicen siéntate, te vamos a sentar en un block, y la camioneta se va y quedan dos.
“Me preguntan si alguna vez he tenido un arma, les digo que no, pues mira lo que se siente y me la empiezan a poner por todos lados, esteee… se empiezan a meter conmigo: ‘Niño riquillo, una vida buena que te has dado, será como quitarle un pelo a un gato; ¿te gusta la buena vida, verdad?, pues ahorita vas a ver lo que es bueno’.
”a todas éstas quiero decirte —expresó Juan Camilo— que uno de estos dos es el único que yo siento que es campechano en su forma de hablar… “Me ofrecen droga, me preguntan si quiero mariguana o cocaína; les digo que no, que gracias, que quiero estar tranquilo, me dicen que precisamente es para eso, para tranquilizarme, les digo que no, ‘ah, pues nosotros ahorita nos vamos a dar unos toques’.
“Ahora, yo no sentí que lo hicieran, no oí que se estuvieran metiendo cocaína”. Cuando se le pidió a Juan Camilo que describiera a sus captores, se mostró sorprendido por su físico atlético y su buena conversación.
—Hablaba como un filósofo —recuerda Juan Camilo—, intelectual, había palabras rebuscadas.
”Hablamos de política, de religión, temas actuales… hablando de política. Mencionó haber estudiado en colegios religiosos… Recordando alguna de las conversaciones, hablamos de qué tipo de entrenamiento tienen para mantener ese físico. Cada vez que yo iba al baño, este cuate se me ponía detrás y me levantaba con facilidad, claro que yo ayudaba, pero me refiero a que eran personas bien físicamente.
“Hablando de las otras víctimas que han tenido, yo le pregunto cómo reacciona la gente normalmente y él me dice que mi caso es raro, que son más agresivos, que los tienen que tranquilizar … “Me dice que no debiera estar hablando conmigo, que es raro que entable una conversación con una víctima …” Cabe señalar que en las grabaciones en ningún momento se menciona cuánto pagó o qué pagó su familia de rescate. Cuando Layda Sansores descubrió las cintas del plagio de Juan Camilo se afirma que le entregó a Manuel Carlos Mouriño Atanes una copia.
Sansores, hoy diputada federal por Convergencia, me confirmó que sí. Dijo que estaba convencida, por toda la información que se encontró en el centro de espionaje de Campeche, de que el gobernador Azar García había tenido que ver en el secuestro.
“Una cosa es que el centro tuviera copia de las llamadas de don Carlos y otra del interrogatorio de Mouriño. Hasta la fecha no soy capaz de entender por qué el papá no hizo nada al respecto. Se quedó callado y no hizo nada”, comenta Layda.
Fue después de su secuestro que Juan Camilo inició su carrera política, ese año conoció a Felipe Calderón, al año siguiente fue electo diputado local por el V distrito de Campeche, era la primera vez en la historia del estado que un candidato del PAN o de cualquier otro partido de oposición ganaba.

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