¿Crisis en Q. Roo, cual?

Editoriales
Domingo, 06 de Septiembre de 2009 22:51
La crisis, se olvidó; la detención de Salvador Rocha Vargas, pasó a segundo término; las muertes y ejecuciones, el desempleo, los jodidos de las comunidades esta noche no fueron punto de preocupación para el gobernador de Quintana Roo Félix González Canto. No, esta noche fue de glamour, una noche donde todo tenía que salir bien, donde no se permitieron errores, porque era la noche de Félix, el padre, no el gobernador, con la única salvedad que la pequeña fiesta no la hizo en su casa, sino en la casa de todos los quintanarroenses, la casa que mantenemos con nuestros impuestos y a la que no todos tenemos acceso, es mas, muchos, que digo muchos, muchísimos, jamás se les ha pasado por la cabeza siquiera poder conocerla.
Ya desde temprano la parafernalia empezó. Decenas de trabajadores, de chefs traídos desde Cancún, de elementos del Gobierno estatal y municipal, trabajaban incansablemente, primero para instalar el domo monumental en los jardines de la residencia oficial del Gobernador del Estado, después, para hacer que funcionen los gigantescos sistemas de aire acondicionado, porque ni el Gobernador, ni su adolescente y quinceañera hija, podían pasar un desaguisado; no habría calor pese a las altas temperaturas; nadie saldría mojado, aún así el caprichoso clima trajera lluvia, no, eso no estaba previsto en el programa de la noche.
Paralelamente, en la capilla del Centro Cultural y Religioso que alberga al Seminario Menor de Chetumal, otra cuadrilla de trabajadores había sellado totalmente el recinto, largos tubos plateados y brillantes al sol se extendían desde los jardines para llevar aire artificial al interior, a fin que los invitados a la ceremonia religioso que ofició el Obispo de Quintana Roo, no pasaran calor. Seguramente, estos oficios redituaron una generosa aportación al Seminario, como diría el rector Ángel Estrella y el padre Octavio, un bienhechor generoso para un seminario con problemas económicos.
Vigilancia en todo el derredor, pipas de agua potable para surtir el vital líquido, carritos de golf para el transporte de casa de gobierno a la iglesia y viceversa, torres para equipos de audio e iluminación, un ejército de meseros, cocineros, capitanes, garroteros, todos trabajando como una maquinaria bien aceitada para tener el lugar a tiempo y en forma.
La ocasión bien lo merecía. Eran los quince años de su única hija, pero no de cualquier hija, no, era la hija del Gobernador de Quintana Roo y este era un buen argumento, para olvidarse de la crisis económica, de la emergencia sanitaria, de los amigos en la cárcel, del narcomenudeo, de las manifestaciones en contra de la extracción de arena en Cozumel, en fin, era la ocasión para pasarla bien, para echar la casa por la ventana y así lo hizo.
Oficialmente Quintana Roo está atravesando una etapa crítica seria, está sufriendo recortes presupuestales que obligan a paralizar obras, a no pagarle a las constructoras; que motivan quejas, cierre de carreteras, pérdida de empleos; que llevan a padres de familia a convertirse en vendedores ambulantes, que los hacen delinquir, que llevan a los jovencitos y jovencitas a las casas filtros en donde acusan a las autoridades de violaciones y se tratan de escapar o se suicidan. Pero la noche del sábado, esa no era la realidad en casa de gobierno, ni por mucho se acercaba.
Y es que, la crisis que golpea al Estado no le hace mella a Félix. No, el como gobernante es inmune, y se regodea de ello. Por eso festejó tres veces su cumpleaños, en Chetumal, luego en Cozumel y después en Cancún; en esos tres festejos también tiró la casa por la ventana, porque dinero, sin duda alguna es lo que le sobra y así lo demostró.
Lástima que a veces las alturas marean y así como despilfarra el dinero, también despilfarra la lengua. En política no hay amigos y pese a que esta noche de glamour brilló por la gran cantidad de invitados a la fiesta de Victoria González Martín, el gobernador está solo y más solo quedará cuando se tenga al gobernador electo, una persona que durante nueve meses le estará colocando sus alfiles para que empiecen a tomar las riendas del gobierno actual.
Y es que a Félix, de vez en vez, se le va la lengua, como a Fox en muchas ocasiones, tal y como le pasó en su festejito de Cancún, donde presumió estar rodeado de miles de amigos. Como si no supiera que esos miles de amigos están con él por las prebendas, por el dinero fácil, por los intereses personales. Por ello, en esta fiesta de quince años, se preocupó porque Victoria y él se retrataran con Beatriz Paredes, contra la que peleó gracias a las faltas de Sara Latife Ruiz Chávez, la hoy vicegobernadora del Estado y a quien en la Secretaría Estatal de Turismo, ya no le aguantan una más, sólo por ser la segunda del gobernador.
El Gobernador vive en esa burbuja ficticia que le han creado los medios de comunicación y decenas de periodistas, revisteros, pasquineros y mercenarios de la pluma a quienes les paga millones de pesos por hablar bien de él. Todos esos medios de comunicación le han pintado un mundo feliz a Félix, un mundo donde él es el superman que cada hora, cada minuto, cada segundo de todos los días, salva al Estado.
Lástima que ese mundo feliz le cueste a los quintanarroenses, muchos millones de pesos regalados a los medios de comunicación, que bien podrían estar canalizados a la gente verdaderamente pobre de las comunidades rurales y las zonas conurbadas. Félix nunca llega a una comunidad en vehículo, a excepción del día cuando acompañó a Luis H Álvarez a Veracruz y lo hizo por donde sabía que la carretera estaba bien; no quiso darse la vuelta por Caobas y Nuevo Bécar; 30 kilómetros que parecían 200 por la cantidad de baches y las condiciones de esa vía que diariamente tienen que transitar los habitantes de esas comunidades.
Félix le ha fallado a la gente, de eso no hay duda. Le ha fallado a la masa, pero no le a fallado a su gente. A ellos, les da prebendas y convenios millonarios, como a Marco Lozano Ocman con su revista Bulevar; quincenalmente se ven desfilar reporteros, fotógrafos, camarógrafos y revisteros por una de las oficinas de la Unidad del Vocero para recibir esas prebendas. Que lástima que los compañeros que se dedican a este noble oficio se vendan y sean copartícipes de esta farsa.
La noche del sábado fue noche de glamour. En el resto del Estado, todas las noches, son noches de crímenes, de asesinatos, de asaltos, de suicidios, de falta de alimentos en las mesas, de necesidad de empleo; son noches para olvidar, aunque afortunadamente, nuestra idiosincrasia, nuestro amor por Quintana Roo, pese a la más grande desgracia, siempre nos hace sonreír.
Punto final.
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