Angel Noh Estrada
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Pasada la efervescencia política, social y de otros niveles previa a la visita de Shakira, Mérida regresa a la vida cotidiana, aún agitada por los sucesos del 4 de julio pasado.
Haciendo a un lado los lamentables, condenables hechos de violencia en la glorieta de la Prolongación de Montejo, que deben esclarecerse por completo hasta llegar a los responsables, lo cierto es que Shakira sirvió de cortina de humo a muchos problemas de la ciudad y el Estado y, de paso, favoreció a funcionarios públicos cuyo trabajo ha sido cuestionado.
Evidencias de corrupción, de desvíos de recursos públicos, de hostigamiento laboral, de despidos injustificados y de tráfico de influencias, entre muchos otros asuntos, quedaron en el olvido momentáneo ante el revuelo artístico y político que generaron el anuncio de la presentación de la cantante, primero, y las dudas en torno a los pagos de ese show, después.
Queda claro que este gobierno apuesta al olvido de la ciudadanía, al cansancio. Nada se ha hecho ante los múltiples casos de irregularidades de todo tipo que se han hecho públicas. Nada, o poco, se sabe de las investigaciones realizadas ante las denuncias que se han presentado.
Después de Shakira queda mucho por hacer. Allá está el caso de las vallas publicitarias de Grupo Megamedia destruidas por quienes sienten afectados sus intereses con la difusión de su triste actuar, o de sus omisiones, en la represión del 4 de julio. Esperamos una respuesta de la autoridad, no largas ni intentos de justificación ante la falta de resultados o la lentitud en la investigación, y mucho menos un "carpetazo". Repito: me queda claro que la autoridad apuesta al olvido de los ciudadanos. ¿Lo permitiremos? ¿Cederemos ante el cansancio?
En Mérida, y en Yucatán en general, hay un antes y un después de Shakira. ¿Cómo queremos ese después? Una autoridad a la que no se le exige nunca dará resultados. Y esa exigencia corresponde a los ciudadanos. A nadie más.- Mérida, Yucatán
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