Sauri: El sistema político está enfermo

Foto: Luz Montero / Archivo

Ante las críticas por su apoyo al voto nulo, dice: “Puede haber toda clase de descalificaciones… lo que me importa es que analicen las razones y los argumentos”.

2009-06-13 Milenio semanal Enviar Nota Imprimir



Consciente de las descalificaciones en su contra, de que asume la crítica de un sistema político al que pertenece y del cual recibió beneficios para su carrera, y de que se le acuse de incongruente, Dulce María Sauri Riancho, ex presidenta nacional del PRI, dos veces senadora, diputada federal y ex gobernadora de Yucatán se sube al carro del “voto nulo”. Su discurso: ante la transición democrática frustrada de 2000, el descontento de los ciudadanos es medible frente al interés —dice— de los partidos políticos por definir las elecciones de este año sólo como un medio para armar la estructura de la contienda presidencial de 2012. Para la militante priista, los partidos políticos no quieren asumir los riesgos y el costo que implicaría entrar de lleno en la reformas que urgen para rescatar un país “a la deriva”.

LC: ¿Cómo define Dulce María Sauri Riancho el voto nulo? ¿Es lo mismo que el voto blanco o que la abstención?
DMS: Es un acto deliberado de determinación en el que la opción de los partidos políticos y los candidatos que estos partidos presentan no llenan las expectativas de la persona y por lo tanto ésta decide anular el voto. Claro que ante definir el ir o no a las urnas, yo estoy por ir, aun cuando no haya una motivación en cuanto a la oferta electoral. Es decir, si esa determinación de ir a las urnas no va acompañada de una decisión de votar por un partido o un candidato pues entonces sí anular el voto. El objetivo principal es hacer una llamada de atención muy severa al sistema político para decirle que las cosas no pueden seguir como están. Por eso mi propuesta de escribir en la boleta estas cinco letras: “Así No”.

LC: No se trata entonces de desmotivar la participación ciudadana en el proceso electoral, sino de proponerle otra forma de hacerlo si no está de acuerdo con la oferta de los partidos políticos y sus candidatos.
DMS: Efectivamente, aquí la disyuntiva no está entre asistir o no a las urnas. Creo que esa alternativa, para un grupo de ciudadanos que hemos estado planteando el voto nulo, no existe. La decisión está tomada: hay que ir a las urnas.

LC: Sin embargo, hay quienes consideran que anular el voto es como anular la posibilidad de darle sentido al ejercicio ciudadano de votar, determinado por elegir entre las opciones que presentan los partidos políticos, entendiéndolos como nuestros representantes.
DMS: Considero que hay un insuficiente o poco profundo análisis de la propuesta de anular el voto. La anulación es una manera de decir “no” dentro del sistema político, dentro del sistema de partidos, entre las instituciones electorales y los mecanismos que tenemos en el país. Es un “no” frente a la postura de los partidos políticos frente a los grandes cambios que necesita el país, frente a la transición frustrada desde el año 2000; es la posición de un sector de ciudadanos, entre los cuales me incluyo, a las que no se le deja otra opción más que decir: “Así No”.

LC: Coexisten dos discursos dentro del dicho de Dulce María Sauri Riancho, uno de la ciudadana y el otro de la política…
DMS: Soy una ciudadana con una larga trayectoria en la vida política del país y con una participación especial en el PRI, en la dirigencia del partido, tanto nacional como en Yucatán, lo cual me permite tener una visión y a la vez una enorme preocupación, convertida en una gran responsabilidad, ante lo que pasa en México. La visión es que el país necesita cambios de fondo y ello me genera preocupación: no veo en el horizonte de los próximos tres años que haya la voluntad, ni siquiera el acicate o la presión a los partidos políticos para que, a través de su representación popular, a través del propio Ejecutivo Federal, generen las condiciones para que estos cambios se den; para que se recupere un proceso que quedó trunco en el año 2000, cuando se agotó ese modelo político que durante muchos años rigió al país, cuando la alternancia en el gobierno sólo representó el cambio del partido y el cambio de rostros, pero se preservaron las viejas fórmulas del modelo agotado. Por eso la tarea que tenemos enfrente es retomar esa transición, y si los partidos políticos no satisfacen esa expectativa o esa urgencia que percibo en la sociedad, considero que mi responsabilidad personal es decir “no” y compartir mi razonamiento. Yo no pretendo imponerle nada a nadie, nada más compartir el proceso que seguí para tomar esa determinación.

LC: En otros tiempos, cuando usted fue representante del sistema político mexicano al que se refiere —dirigente nacional de su partido—, promovió el voto popular para el PRI. ¿No estaría ahora contradiciéndose o negando lo que anteriormente hizo?
DMS: No, porque en ese momento, como dirigente partidista, tenía una responsabilidad y al mismo tiempo una enorme convicción de que los candidatos que mi partido postulaba eran lo mejor para la ciudadanía; con la plataforma del PRI, con los principios del instituto y en general con toda la oferta de programas que presentaba. Ahora que no estoy en la dirigencia, que viví un intensísimo proceso, precisamente ese final del ciclo de un sistema político y la necesidad de generar condiciones para una transición, es que, como ciudadana y con mi experiencia personal en la política, asumo la responsabilidad de decir “Así no”.

Creo que lo más cómodo sería sencillamente rumiar en silencio el descontento o la falta de expectativas que percibo para el país en su conjunto, eso sería una posibilidad y por tanto en este momento no me estaría cuestionando hasta mi congruencia y mi fidelidad, pero creo que precisamente ha faltado hacer cosas por el país porque quienes tienen la posibilidad de tomar decisiones han optado por la comodidad y la placidez y el no riesgo.

LC: Entonces, ¿está mal la actitud o la forma en la que se han desempeñado en ese sentido la dirigencia de su partido, las autoridades o representantes emanados del mismo, quienes ocupan el Ejecutivo Federal, el PAN, así como los demás partidos políticos?
DMS: Hablo sobre el PRI porque es el partido que más conozco, pero creo que si nos fijamos en el PAN o el PRD, que junto al PRI sumarían las tres fuerzas políticas más grandes, va a haber un elemento común, porque lo que tenemos enfermo es el sistema político del país, eso es lo que está pasando.

LC: ¿Dónde se refleja esta enfermedad que cita, en la manera en la que los partidos eligen a sus candidatos o en la plataforma política que presentan al electorado?
DMS: Bueno, no en la manera, sino en la expectativa de qué van a hacer cuando integren la próxima legislatura: si van a seguir sin tomar decisiones de fondo, si van los tres partidos grandes a esperar, uno a refrendar su triunfo en la presidencia y los otros dos a ver cómo ganarla para entonces iniciar con los grandes cambios que reclama el país. Yo me pregunto si México puede darse, como nación, un espacio de espera estos próximos tres años.

LC: Lo que ve usted es que el proceso electoral está prácticamente pensado por los partidos políticos para armar las estructuras que les favorezcan en la contienda por la Presidencia de México en 2012, desde el Legislativo.
DMS: El espacio de poder desde el Legislativo y los acuerdos necesarios con los sectores que más influyen en la vida política del país, pero sólo con miras hacia la Presidencia; a ver quién gana en 2012 y no en lo que concierne al trabajo del Legislativo en cuanto a las reformas necesarias para el país.

Creo, y tengo la convicción, de que es absolutamente válido que los partidos busquen ganar las elecciones, pero no estoy de acuerdo con que sea eso lo único que motive que posterguen la toma de las grandes decisiones, que todo se mida por riesgos electorales, mientras el país sigue a la deriva. Por ejemplo, es un hecho que la economía mexicana, las finanzas públicas tienen un problema serio; vuelvo a la pregunta, ¿debe el país aguantar eso? Mi respuesta es que no.

LC: Es decir que la protesta vía el voto nulo está dirigida no sólo contra los partidos políticos y sus candidatos, sino contra el sistema político completo que pervive en México, incluyendo al Ejecutivo Federal.
DMS: Es una severa llamada de atención, eso es lo que yo creo.

LC: Pero esos partidos políticos, ese sistema, es el mismo al que usted perteneció y al que todavía pertenece como militante de un partido, ¿cómo es que asume entonces esta posición?
DMS: Es un sistema que me da la posibilidad de analizarlo críticamente y también de poner mi voz como la ponen otras personas de otros partidos u otros orígenes políticos, para decir “así, el país no puede caminar”. Si salimos de esta elección con la comodidad de decir ya gané, o gané tantas posiciones y los próximos dos años ahí la vamos llevando, sin levantar olas, yo a lo que aspiraría, lo que sería mi ilusión, es que se cree una masa crítica en la sociedad de entre los desencantados, los escépticos, los que no ven expectativas y que presionara para que los partidos políticos y el gobierno asumieran la responsabilidad de enfrentar los grandes cambios que requiere México.

LC: ¿Puede la ex presidenta nacional del PRI asumir una autocrítica consciente de que participó de ese sistema que refiere, se benefició de él en cuanto al crecimiento de su carrera como política, y que podría haber permitido que siguiera manteniéndose igual?
DMS: En la parte que me corresponde, en la dirigencia nacional del PRI, traté de ser congruente con mi convicción de que el partido le había cumplido al país y que su acto último de congruencia fue el reconocimiento de su derrota. Luego asumo la responsabilidad que tuve para que el partido no se partiera en pedacitos a pesar de que no eran pocas las voces que decían que el PRI no iba a sobrevivir. En ese tramo del camino mi aportación fue buscar que el partido recuperara la capacidad para tomar sus decisiones y en ese camino el PRI no se partió ni dividió. Por eso, cuando entregué la dirigencia en marzo de 2002, comenzó otra historia que ya es conocida, pero el PRI había sobrevivido.

LC: Y como parte de ese proceso de transición que usted señaló truncado, ¿no sólo responsabiliza usted al partido en el gobierno, sino también a los demás institutos políticos, incluso el PRI, ese partido que estuvo bajo su directriz?
DMS: Yo creo que en un sistema presidencialista, aun sin el PRI, como el que todavía se vivía especialmente en los primeros años del presidente Vicente Fox, la responsabilidad principal era del Ejecutivo, pero las otras fuerzas políticas también la teníamos. Yo inclusive participé en la firma de aquel acuerdo de octubre de 2001, que tenía una agenda muy amplia y que sin embargo se perdió. En ese sentido puedo afirmar que en la parte de responsabilidad que he tenido como dirigente partidista, siempre busqué ser congruente.


DMS: Puede haber toda clase de descalificaciones e incluso juicios a mi calidad moral, a mí no me interesa medirme con nadie. Lo que me importa, suponiendo que soy todo eso que se me ha señalado, es que analicen las razones y los argumentos, que vean que sí hay un sector creciente de la sociedad que tiene una gran frustración e insatisfacción con lo que está pasando en México. Sí hay un análisis objetivo, de cara a la nación y no a los intereses cortoplacistas de los partidos, estoy segura que habrá determinaciones importantes, incluso de los propios partidos para responder a esa urgencia que tiene el país de grandes cambios. Quizá exista otra manera en la que se darían los cambios, pero
se van a imponer, no se van a negociar para hacerlos posibles.

LC: Es difícil dejar de verla como una fuerza presente en la vida política del país en esta década, y frente a ello no pensar que su discurso pareciese decir: “los de antes, cuando yo fui legisladora, dirigente partidista, estábamos bien y los de ahora no...”
DMS: No, no es mi intención proyectar esa percepción. Una persona como yo tiene un pasado, soy la síntesis de ese pasado, soy una persona que ha evolucionado a lo largo de los años, como todos lo hemos hecho, en sus pensamientos y sus actitudes. Si se analizan los últimos seis u ocho años de mi vida política, se encuentran una y otra vez esos elementos que ahora reclamo, y lo hago desde la perspectiva del PRI porque no pertenezco a ninguna otra organización política ni aspiro a hacerlo, y porque creo en la vocación reformista de mi partido, es que creo que tengo el derecho y la obligación de decir las cosas. Creo que el país está harto de silencios y necesita hablar o incluso gritar. Si un grito es decir en la boleta “Así No”, espero que el aparato político tenga oídos receptivos, porque estoy convencida de que el sistema democrático que tenemos en el país, aun con sus defectos, es el mejor que podemos tener.

LC: Fíjese que según lo consultado en el IFE, más allá de que se conozca estadísticamente el número de votos nulos, es muy difícil saber, porque no está legislado registrarlo, si alguien escribió en sus boletas al anular el voto “Así No”, “reelección”, “menos plurinominales”, entre otras propuestas. ¿Será suficiente sólo saber el número de votos anulados?
DMS: Yo diría que es suficiente con escuchar y abrirse a las expresiones que en distinta forma están surgiendo en todo el país y en última instancia reivindicar la importancia del “no”. Me refiero por ejemplo a lo sucedido en 1976, cuando el PAN se negó a presentar candidato a la presidencia. El entonces candidato del PRI, José López Portillo, pudo haber ganado con un solo voto. Sin embargo hubo más de un millón de boletas con el nombre de Valentín Campa como candidato y en ese momento tampoco se contaban. ¿Qué pasó después? Que a la llegada de López Portillo a la presidencia se inició el proceso de reforma política más trascendente de toda la larga etapa del PRI como gobierno. Trajo la creación de los órganos electorales, el inicio de la representación proporcional de los partidos en el Congreso y en los ayuntamientos, entre otras modificaciones.

Desde luego que hay un valor en el “no”. Se trata de algo más que de cuentas, de números. Se trata de política, de sensibilidad frente a las necesidades de cambio de la sociedad y en ese sentido soy quizá muy optimista, porque he visto que el sistema político mexicano, al menos aquel que se agotó en el 2000, tenía receptividad para reconocer necesidades y responder a presiones; en este caso a responder a un llamado de la sociedad que dice: “así por donde vamos, así no”.

LC: A final de cuentas, todo partido político tiene un voto duro y así salgan sólo dos personas y voten por alguien, van a hacerle ganar. ¿Realmente cree que los actores de ese sistema político van a considerar el señalamiento social y hacer algo al respecto, o simplemente tomarán su bandera e irán por el 2012?
DMS: Sería muy grave que hubiese esa actitud de parte de los partidos, del propio Presidente de la República, frente a una corriente de opinión que les está diciendo “Así No”. Y pongo énfasis en el Presidente, porque el Ejecutivo tiene una enorme responsabilidad en el sistema, y si alguien puede iniciar o retomar la transición frustrada es él. Pero parece que los cálculos van en no hacer olas: en el primer trienio porque las cosas estaban muy complicadas, y en el segundo, para qué arriesgar. Mejor nos dedicamos a consolidar para poder volver a ganar la presidencia en 2012. De ser así, los cálculos políticos se pueden volver en contra de los propios partidos, y hasta del Ejecutivo, pero lo que preocupa más es que se vuelvan en contra del país y de su posibilidad de salir de los graves problemas que tiene.

LC: ¿Qué sigue después? ¿Hay que legislar la nulidad de los votos, incluso como sistema para rechazar un proceso completo como ocurre en otros países? Me refiero a entrar de lleno a una reforma, más allá de lo electoral y en lo que termina siempre, en una verdadera reforma del Estado mexicano.
DMS: Yo retomo eso porque la reforma del Estado siempre ha sido rehén de reformas electorales. Tanto en la mesa para la reforma del Estado de 2007 como en la mesa de la transición de agosto del año 2000, hay una serie de propuestas para una reestructuración profunda del Estado que es necesario no sólo revisar, sino asumir y correr los riesgos políticos que puedan conllevar para aquellos partidos o legisladores que las presenten. La cosa es que no podemos seguir así. El país está en un proceso de descomposición en muchos sentidos y, lo más grave, en un proceso de desmoralización.

LC: ¿Qué le dice su partido?, ¿no le han dado un jalón de orejas de parte de la dirigencia nacional, de Beatriz Paredes o de algún candidato que considere afectada su posible votación, o porque los votos nulos puedan afectar la economía del partido, en cuanto a los porcentajes que definirán los montos de las prerrogativas a recibir en los próximos años?
DMS: Hay una cuestión: a los convencidos de votar por algún partido político obviamente la propuesta de anular el voto no les dice nada. Los receptores principales de esta propuesta deben ser aquellos que probablemente ni siquiera querían acercarse a la casilla el cinco de julio y que podrán ver en este discurso la oportunidad de manifestarse en contra de una serie de cosas y medidas que no le satisfacen. Yo digo que el IFE debería estar feliz por este movimiento que ha tenido réplica en varios estados del país, que está invitando a las urnas, nada más que en vez de votar por un candidato, que de ese se encargan los partidos en sus campañas, nosotros invitamos a que si no se está de acuerdo con el sistema, los partidos, candidatos y gobiernos, se anule el voto. Pero enfatizamos que hay que ir a las urnas, a final de cuentas, con todas sus imperfecciones, el sistema electoral es el único que nos garantiza el relevo pacífico del poder.

Ha habido ya algunos señalamientos que he leído en contra, pero hasta el día de hoy no ha habido llamados de atención de la dirigencia y con toda claridad no entiendo cómo el PRI u otro partido pudieran sentirse afectados por este llamado, porque precisamente su voto duro ya está bien duro, ese ni otros partidos se lo quitan.

LC: No le parece impresionante que este llamado al voto nulo de varias voces, incluida la suya, haya logrado que los partidos por fin se pusieran de acuerdo en algo al salir todos, junto con el IFE, a invitar a la ciudadanía a votar y en contra del voto nulo. Es decir, lo que no logran en el Congreso de la Unión: acuerdos, lo lograron frente a este movimiento.
DMS: Si así es qué bueno que lo sea. Ahora sigue la gran tarea: que esos mismos partidos que lograron unirse en contra del llamado al voto nulo se unan para hacer los grandes cambios que el país necesita.

LC: ¿Por qué YouTube?
DMS: Porque es un medio en el que puede uno expresarse abiertamente. Quienes quieren conocer de viva voz lo que una persona tiene que decir sólo tienen que entrar a YouTube, buscarlo y ahí está. Porque además da la posibilidad de la interacción. Aunque no me es absolutamente placentero en algunos casos, leo todos los comentarios recibidos (al momento de escribir esta entrevista tenía 220, sumando los cuatro videos que están en el website, los cuales además han sido vistos 20 mil 291 veces en total).

Trato, en la medida de lo posible, cuando a mi juicio hay elementos que permiten una discusión, contestar. Aprovecho la posibilidad de establecer una comunicación directa. Por el contrario, si hay una descalificación total es muy difícil establecer un diálogo.

LC: Un metamedio como internet le permite medir incluso su presencia en el ámbito político nacional, más allá de los medios tradicionales y del corrillo político conocido, ¿cómo le ha ido?
DMS: No me había planteado esa perspectiva, pero si pudiera poner en una balanza los comentarios favorables y los desfavorables, estaría todavía peor que los momios de que la Selección Mexicana de futbol ganara el campeonato del mundo en Sudáfrica en 2010.

Publicar un comentario

0 Comentarios